
La niña tiene 12 años y pesa solamente 24 libras El varón es dos años menor pero parece gemelo con su hermana La misma familia materna la ha denunciado para que la echen de su casita
Rivas es el departamento que, con sus playas maravillosas y la riqueza de sus tierras, alberga un paraíso terrenal. Pero también puede ser sede del infierno. Para Miriam Bustos, humilde mujer residente en el pueblecito rivense de Conchagua, lo es desde hace muchos años.
Con Miriam, de 33 años, hablamos un día de la semana pasada y lo que nos contó es como para inscribirse en los anales del dolor y la tragedia humanos.
Miriam nos dijo que un 16 de marzo de 1997 nació su hija Clara Valeska Briceño Bustos. En vista de su escaso peso (apenas dos libras), los médicos se dieron a la tarea de hacerle una serie de estudios clínicos y fue ahí donde le detectaron una severa lesión cerebral a la pequeña, que pasó con tratamiento durante siete años, aunque la desahuciaron cuando tenia apenas cuatro años.
El tiempo fue pasando pero Valeska no crecía porque su retardo cerebral se lo detuvo.
La madre luchó y batalló contra viento y marea por su hija a pesar de los diagnósticos médicos. Para mantenerla se dedicaba a vender lo que fuera en las calles, plazas y mercados de Rivas.
En el año 1999 doña Miriam quedó otra vez embarazada. El 13 de enero del 2000 nació Franklin Bustos, su tercer hijo, pero al parecer el pequeño también venia con problemas aunque más leves que los de su hermana Valeska.
“A Franklin lo que me le detectaron fue un soplo en el corazón, pero este soplo no permitió que mi niño creciera y se desarrollara normalmente. Los pies son volteaditos, la cabeza no la logra sostener y es bien aguadita. Los médicos me dijeron que les suspendiera el tratamiento a los dos porque no estoy haciendo nada por ellos”, relata la sufrida madre.
Una mentira piadosa
¡Son gemelos!, es lo que tiene que decir cuando en la calle algún curioso, al ver a los niños, se asombra del estado en que están los pequeños. Porque los dos tienen las mismas medidas aunque la niña tiene doce años cumplidos y el niño diez. “A los dos les pongo ropita de niños de un año”, cuenta doña Miriam.
A sus doce años la pequeña Valeska pesa 24 libras, ya es toda una señorita, pero su lesión cerebral la hace ver de aproximadamente un año, lo mismo que su hermanito Franklin, que tiene nueve años y parece un niño de un año. Franklin pesa 25 libras.
Ambos niños asisten a un centro de atención primaria de los Pipitos en Rivas. “Ahí me les hacen ejercicios dos veces por semana, pues por sus problemas ninguno de los dos puede caminar, tampoco pueden hablar. Yo les pedí ayuda a los directores de este centro y les dije que era sola, que me ayudaran con la compra de un cochecito para gemelos y me dijeron que no”, se lamenta.
Así fue que Miriam recogió de peso en peso hasta reunir lo suficiente para la compra de este medio de transporte, el cual es más cómodo para los “gemelitos” y para ella.
Hay que enfatizar que la única ayuda que ha recibido esta pobre mujer, para ella y sus pequeños, es por parte de la fundación “Red de Apoyo”, la cual trabaja sin fines de lucro con niños discapacitados, por lo que su Directora, la Licda. Shirley Montenegro, hace un llamado a través de nuestro medio de comunicación para continuar con esta loable labor, pues ella tampoco cuenta con ayuda de ningún organismo.
Abandonada por su esposo
Al nacer su tercer hijo su esposo la abandonó, la dejó sola con la carga de sus tres hijos. Su propia familia (su madre y varias hermanas) también le han dado la espalda. Con muchos sacrificios logró hacer una pequeña casita donde se pudieran albergar ella y sus hijos, pero la misma familia la denunció con la alcaldía municipal de Rivas, aduciendo que la construcción que había hecho
En este momento doña Miriam está “posando” donde una amiga que, por caridad, le da dónde estar a ella y a sus hijos y las pocas cosas que tiene, como la cuna de los pequeños y algunos enseres domésticos. Ella y sus hijos no sólo necesitan una casa donde vivir, sino que los pequeños requieren de vitaminas, pañales desechables, leche y ropa.
Pero esta cruz doña Miriam no la ha cargado sola: su hijo mayor, Julio Cesar, de apenas 13 años no ha dejado sola a su madre ni a sus hermanitos. “Es mi Cirineo”, manifestó doña Miriam.
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